Determinadas situaciones en el devenir de la vida pueden ser susceptibles de guardar las células reproductoras para un futuro de fertilidad.
Independientemente de las razones derivadas de enfermedades existentes y que precisan de esta acción, existen otras situaciones personales, sociales o laborales en las que el deseo de ser madre no puede materializarse en un momento preciso, pero no se desea perder esta opción.
La fertilidad disminuye con el paso de los años y comienza a hacerlo a edades muy tempranas. Por ello, preservar la fertilidad es una opción valida que debe decidirse lo antes posible para que el material guardado, es decir, los óvulos guardados fueran lo más jóvenes posibles.
El procedimiento es sencillo, rápido y se realiza a lo largo de un ciclo.
La vitrificación de los óvulos tiene unas tasas de supervivencia muy altas, próximas al 95%.
Preservar la fertilidad es una acción a futuro, una oportunidad que permite mantener las mismas posibilidades de embarazo que se tenían en el momento en el que se congelaron los óvulos.