Conseguir una gestación es cosa de dos, primero de dos gametos, óvulo y espermatozoide, de cuyas calidades dependerá la calidad del embrión. Y después del embrión y el endometrio, de su correcta sincronía y funcionabilidad.
El proceso de implantación y placentación (formación de la placenta) es un proceso complejo mediatizado fundamentalmente por la necesidad de formación de vasos sanguíneos que sean capaces de trasladar al lugar concreto los elementos bioquímicos y moleculares necesarios.
Es un proceso continuo en el tiempo, dado que comenzará con la implantación del embrión en el endometrio, pero deberá continuar con la formación de la placenta y en definitiva el mantenimiento de la gestación hasta el final del embarazo.
Pero en ocasiones algunos endometrios no son funcionales, es decir no son capaces de acoger al embrión, aunque este sea de buena calidad, o no son capaces de mantenerlo a lo largo del tiempo necesario, con lo que se producirán perdidas gestacionales.
En algunas de esas situaciones podemos utilizar determinados tratamientos con el fín de mejorar la implantación del embrión en el endometrio.
El uso de factores estimulantes de colonias de granulocitos (G-CSF) y/o plasma rico en factores de crecimiento (PRGF), pueden ayudar en estas situaciones.
Desde nuestra experiencia y en mujeres con una media de edad de 42 años y un tiempo medio de esterilidad de 4,5 años, obtuvimos una tasa de embarazo del 43%.
Resultados que se presentaron en la reunión del Grupo Eire, celebrada en Bilbao durante el 33 Congreso de la Sociedad Española de Fertilidad.
La utilización de estas herramientas terapéuticas aporta posibilidades de embarazo a mujeres con fallos repetidos de implantación, abortos de repetición y situaciones de alteración funcional endometrial motivada por diferentes causas.